Durante una sesión de Reflexología se trabajan estos puntos mediante presiones y movimientos sistemáticos realizados generalmente con los dedos, que producirán una respuesta refleja en los órganos correspondientes, con quien están íntimamente relacionados.
El resultado de estos toques en las redes reflejas es un reseteo o reinicialización de nuestro medio interno: la circulación sanguínea, y también la comunicación nerviosa, generando desde el primer momento relajación, disminución del dolor y mejora de los síntomas presentes. De este modo se activan los mecanismos de autocuración que todo ser humano tiene para mantener la homeostasis, debido a que está ayudando a que el cuerpo trabaje mejor y sea más capaz de afrontar el estrés de la vida.
Esto también le confiere propiedades preventivas, ya que se evitan futuras dolencias, sobre todo si se asocia a hábitos de vida saludables.
La técnica reflexológica más conocida es Reflexología Podal y de la mano. Con sus bases ancladas en las civilizaciones antiguas, algunas muestras arqueológicas la localizan en Egipto, India y China hace unos 5.000 años, y una continuidad por todo el mundo desde entonces. Hoy en día se practica en la mayor parte de los países y en todos los ámbitos: hospitales, consultas privadas, equipos multidisciplinares, etc. potenciando al mismo tiempo la investigación científica.
Nuestros pies y nuestras manos albergan un importante número de terminaciones nerviosas (neuronas en contacto directo con el Sistema Nervioso Central), que hacen de estas zonas el campo de trabajo más habitual y efectivo para los reflexólogos, aunque no las únicas.